LA PARRILLA DE SAN LORENZO Y EL ESCORIAL, UN BULO CON MUCHA HISTORIA.

No es fácil dedicarse a la divulgación, sobre todo cuando ésta está relacionada con saberes humanísticos. Las humanidades, esa rama del conocimiento que nos hace tan especiales, es motejada de inservible o inútil por las mentalidades mercantilistas que dirigen nuestra sociedad y por ende, nuestro sistema educativo. En el caso de la persona que esto escribe, la divulgación histórico-artísitca-cultural se hace como bien relata el proverbio «por amor al arte»…

Es por eso que, en muchas ocasiones, las redes sociales no dejan mucho margen para entablar un rico dialogo y en otras ocasiones se nos exige un nivel de excelencia y trabajo de documentación que excede la pretensión de un simple aficionado a contar cosas curiosas, a compartir su conocimiento en sus ratos de ocio.

En ocasiones, una idea, sin saber muy bien porqué, consigue cierta popularidad, eso que ha venido en llamarse «viralizar», en esas ocasiones, igual que llegas a mucha más gente y así tu trabajo puede ser conocido por personas que de otra manera no hubieran nunca llegado a él, te expone a la inquisitorial censura de toda persona que duda o directamente no cree en tus argumentos, en esas ocasiones vienen a exigir la fuente de información de la que bebes para afirmar tal o cual cosa.

Hace poco se volvía a hablar de un hilo de la antes conocida como Twitter, en el que hablaba de uno de los mayores bulos de la historia de la arquitectura en España, la idea feliz, pero incierta de que la planta de la basílica del monasterio del Escorial está basada en una parrilla, instrumento de martirio de dicho santo. Al refrescar este hilo, me encontré un mensaje pidiendo, con no muy buenas formas, de dónde (que no fuera un hilo de twitter) había sacado dicha información.

Como lo mejor es acudir a fuentes doctas y visionarias os comparto un texto de Otto Schubert, en la traducción española de Manuel Hernández Alcalde, de 1924, que no puede ser más elocuente:

El programa de la obra y primera parte de la historia del Escorial.  – El Real Sitio de San Lorenzo el Real, del Escorial de las Victorias, debía reunir en un todo iglesia, panteón, palacio real, convento, seminario y museo, con todas las demás dependencias accesorias necesarias. Debía, en primer lugar, encerrar los restos mortales del hombre más poderoso de ambos mundos, que por su voluntaria renuncia a todo poder y a todo esplendor desde el trono más alto de la tierra, se dirigía a toda la cristiandad para predicar con los hechos acerca de lo pasajero de las humanas grandezas. ¡Y desde este retiro conventual quiso el inexorable dominador, papa-rey Felipe II, dictar al mundo sus leyes!

Juan Bautista de Toledo dio cima al magno programa, disponiendo en el eje de la construcción de la iglesia conmemorativa con el panteón, precedida de un patio, y la vivienda del rey. A este núcleo central se adaptan, por la derecha, el convento con todos los accesorios de la iglesia, y a la izquierda el palacio real para el séquito, con las habitaciones para la administración, hoy empleadas como colegio. La planta es la conocida rectangular de Toledo, el Prado, etc., típica del Alcázar español, con sus cuatro torres de ángulo. Fuera del cuerpo rectangular de los muros del contorno general sobresale solamente por el lado este la vivienda regia, de escasa elevación, y, a ambos lados de la iglesia, las torres que dominan en altura todo el conjunto. Para el establecimiento de las distintas alturas de piso, exigido por el programa de la distribución, dispuso el arquitecto, en cada uno de los cuatro ejes del frente en el modelo de madrea, una torre algo avanzada con respecto al resto de la construcción. La disposición de la planta es tan clara y hábil que muchos se han creído en la obligación de atribuir los planos ya a Galeazzo Alessi o a Vignola, a Vicente Dante o a Luis de Fox. En cuanto a este último, nunca debió pensarse en hacer semejante atribución, ya que no pasó de ser un simple maestro de albañil y que su nombre sólo aparece una vez en las actas de construcción con motivo de la conducción de aguas. Había trabajado Fox en Toledo bajo la dirección de aquel lombardo de Cremona, que murió en Toledo en 13 de junio de 1575, llamado Juanelo Turriano, relojero de Carlos V y de Felipe II, que adquirió celebridad con motivo del artificio que construyó (de 1565 a 1586) para elevar el agua desde el Tajo al Alcázar. Después de esto, Fox fue llamado al Escorial, donde trabajó en obras de ingeniería, como la conducción de aguas, pero de ningún modo como arquitecto. Según otra tradición, desprovista de fundamento, Bernardido Martirani, intendente de los reales edificios, se trasladó a Italia para encargar hasta 22 proyectos diferentes a los arquitectos más famosos, entre ellos a Galeazzo Alessi, Pellegrino Tibaldi y Andrés Palladio, comisionando después a Vignola de fundir los distintos planos en uno solo. Teniendo en cuanta Toledo la seriedad y la grandeza del destino de la obra, trató de buscar el efecto, no por el adorno, sino por la hábil distribución de las masas. San Lorenzo, patrón del Escorial, había sido un simple soldado que sufrió martirio en unas parrillas, y en esto se dunda la afirmación, generalmente sostenida por el vulgo, de que la forma de la planta del monasterio copia la de unas parrillas, cuyo mango lo formase la vivienda real. No parece lógico que, tratándose de un asunto tan serio y de una obra de tal magnitud, se fuese a subordinar la forma de la planta a la del instrumento del martirio.

Otto Schubert: Historia del Barroco en España, Madrid, Saturnino Calleja, 1924 (ed. original en alemán en 1908)

En la construcción del monasterio se utilizaron varios esquemas previos, que en este caso, se yuxtaponen y crean algo nuevo y muy trascendente en la Historia de la Arquitectura. Como bien señala Schubert, el esquema principal es un gran rectángulo con cuatro torres en las esquinas, que nosotros asociamos a la idea de Alcázar español, aunque en realidad sólo el de Toledo respondía en ese momento a dicho esquema.

Además para el monasterio se siguió la consabida fórmula de iglesia y claustro adosado, pero la multifuncionalidad del edificio: palacio, monasterio, colegio, etc. obliga a Juan Bautista de Toledo a ir insertando otros elementos que vienen de tradiciones como la de los hospitales de los Reyes Católicos, que además tienen su correlato italiano en el Hospital General de Milán, diseñado por Filarete y conocido por estampa. Si queréis profundizar más en la historia de los hospitales del Renacimiento ver aquí, para la construcción del Monasterio de San Lorenzo aquí.

Peso tendría también el estudio casi arqueológico que se estaban haciendo para dar con la forma que tendría el templo de Salomón en Jerusalén, como las que hizo Villalpando. En el aspecto final del edificio se nos olvida, que originariamente toda la parte delantera del edificio, la que tiene los patios con crucero, tenía la mitad de altura que la parte de la basílica y palacio. Sólo el cambio de opinión de Felipe II, duplicando el número inicial de frailes de 50 a 100, obligó a duplicar también la altura de esa primera parte del edificio, contribuyendo a esa idea de bloque, que hemos asociado a lo escurialense.

Con todos estos elementos simplificar a que la forma del edificio es porque quiere recordar a la parrilla de San Lorenzo, cuando además, es que no parece una parrilla.

Está claro que Felipe II hizo algo prodigioso, un edificio descomunal que se construyó en un tiempo récord y que ejemplifica como ningún otro el contexto del rey prudente.

BIBLIOGRAFÍA:

  • Schubert, Otto: Historia del Barroco en España, Madrid, Saturnino Calleja, 1924.
  • Rivera, Javier: Juan Bautista de Toledo y Felipe II, Valladolid, Universidad de Valladolid/Caja de Ahorros provincial de Valldolid, 1984.
  • Felipe II. Un monarca y su época (catálogo exposición), Madrid, Museo del Prado, 1998.

Deja un comentario