EN LOS LÍMITES DE LA CREATIVIDAD.

Esta semana hemos asistido a la nueva propuesta expositiva del Museo del Prado en las salas dedicadas al Renacimiento Italiano de la Escuela Veneciana: “En los límites de la creatividad: copias, versiones, pastiches y falsificaciones”.

Sala 40. En los límites de la creatividad. Museo Nacional del Prado


Lo que más nos ha gustado de la sala, además del montaje, es que es el reflejo de las actividades académicas de Historia del Arte a las salas del museo: Durante el mes de junio de 2017, en el museo de Prado se celebró un Congreso Internacional bajo el título de: Las copias de obras maestras de la pintura en las colecciones de los Austrias y el Museo del Prado (ver aquí) bajo la dirección de David García Cueto, actual jefe del Departamento de Pintura Italiana y Francesa hasta 1800.

Libro con las Actas del Congreso Internacional. foto: @cipripedia


Ese congreso se hacía eco del valor que siempre tuvieron las copias por parte de los coleccionistas y artistas de la Edad Moderna, hasta el desarrollo de las Academias y la irrupción de la idea del “artista creador”, como ser melancólico y solitario, que es fruto de la historiografía decimonónica a partir del Romanticismo.


En este contexto de reconocimiento académico del valor de las copias y su utilidad, es loable que se haga el esfuerzo de ver en sala expuestas obras de gran calidad, que además nos sirven para desmontar el valor peyorativo que este tipo de obras han sufrido especialmente durante el siglo XX.
Felicitamos por ello al Museo y a la figura del conservador, David García, que ha ideado este espacio expositivo que nos permite reflexionar sobre el papel de los Museos en la trasmisión del conocimiento académico al resto de la población.

De entre las obras escogidas, cabe destacar las fantásticas copias por parte de artistas flamencos anónimos, de las obras mitológicas de Tiziano o poder ver la sofisticada técnica de copia de Juan Bautista Martínez del Mazo, el yerno de Velázquez, especialista en replicar obras de las colecciones reales, con notable solvencia.

Sala 40. En los límites de la creatividad. Museo Nacional del Prado

Nosotros ya dedicamos un artículo en el blog InvestigArt a este apasionante tema (ver aquí) en el mismo comenzábamos con esta frase:

«Si nos paseamos ahora por cualquier museo o galería de arte rara será la obra que encontremos que sea una copia de un cuadro célebre. Las copias, principalmente de obras pictóricas, están denostadas, considerándose como obras de segunda clase y sin verdadero valor artístico. En una sociedad y en un arte del siglo XX y XXI que valora en el arte más que su estética y valía artística su originalidad e idea primigenia, las copias son consideradas como algo sin ningún tipo de mérito ni valor. Es más, son vistas como una forma de falsificación y de engaño al espectador si son literales, aunque siempre hay reinterpretaciones de las obras del pasado que sí son valoradas…

Gloria Martínez Leiva, La copia artística, del aprecio a la denostación en Investigart 21/02/2017

Nos alegramos de que esto esté cambiando y que sea el Museo del Prado el que haya creado esta sala tan interesante.

Sala 40. En los límites de la creatividad. Museo Nacional del Prado


Un acercamiento inédito a las colecciones del Museo Nacional del Prado*.


La sala 40 del edificio Villanueva propone reflexionar sobre el valor intrínseco de las copias. reuniendo una selección de estas pinturas vinculadas con el arte italiano del Renacimiento. Han sido escogidas con el objetivo de mostrar distintos ejemplos de copiado y de las motivaciones para su coleccionismo.
Desde el Renacimiento y hasta el siglo XIX la cultura del coleccionismo concedió un papel relevante a las copias pictóricas. El Museo del Prado posee un considerable número de ellas al haber heredado una parte de las que pertenecieron a las Colecciones Reales y a las instituciones eclesiásticas desamortizadas.
Las razones por las que se atesoraron este tipo de obras fueron múltiples, desde la imposibilidad de poseer los originales de obras célebres, hasta su propio valor como testimonios del talento de copistas de renombre. Algunas llegaron a la Corona simplemente como regalos y otras fueron encargadas por esta para dejar constancia de obras importantes que iban a ser regaladas a otros. Por otra parte, cuando se instauró el sistema de formación en las academias, la copia de los grandes maestros fue impulsada como método esencial de aprendizaje para los artistas más jóvenes. Esta práctica cobró un gran auge, especialmente en el siglo XIX.


Bodas de Psique y Cupido
Anónimo, copia de Giulio Romano (h. 1499-1546)
Dp. de 1574. Óleo sobre lienzo
La obra interpreta a escala reducida una escena de la fábula de Psique y Cupido pintada por Giulio Romano en el Palazzo Te de Mantua en 1526-28. Las diferencias con el original se aprecian sobre todo en la relación entre el fondo y el primer término y en el color. Estos cambios ponen de manifiesto que la copia se realizó a partir de un grabado —debido a Giorgio Ghisi— y no del fresco original.


La Sagrada Familia con san Juanito
Luca Giordano (1634-1705), a partir de Rafael (1483-1520)
1675-80. Óleo sobre tabla
A lo largo de su carrera, pero especialmente en su juventud, Luca Giordano sorprendió a sus contemporáneos por su extraordinaria capacidad para imitar el estilo de varios grandes maestros del pasado. Aquí emula el de Rafael al reinterpretar con libertad la composición de su Virgen del Amor Divino. Como ponen de manifiesto las iniciales «RSV» (Rafael Sanzio de Urbino) en la zona inferior derecha, en la obra de Giordano hay una cierta intención falsaria.


Venus con los signos de Libra y Tauro, Saturno con el signo de Capricornio y Las Constelaciones
Pietro Facchetti (1535/39-1619), a partir de Rafael (1483-1520) y Luigi de Pace (doc. 1516)
1602-3. Óleo sobre lienzo
Los cuadros pertenecen a un conjunto de pinturas realizadas a partir de los mosaicos de los Siete Planetas que ejecutó Luigi de Pace en 1516 para la iglesia de Santa María del Popolo, según cartones ideados por Rafael. Los lienzos fueron un encargo del duque de Mantua, quien en 1603 los envió al duque de Lerma como regalo. El responsable de transportarlos a España fue Rubens, que en su correspondencia afirma que deberá restaurarlos a causa de los graves daños que sufrieron durante el viaje.


El rapto de Ganímedes y La fábula de Leda
Eugenio Cajés (1574-1634), copias de Correggio (1489-1534)

1604. Óleo sobre lienzo
Los originales de Correggio que copian estas obras formaron parte de un ciclo sobre los amores de Júpiter para el duque de Mantua que tuvo una gran fama e influencia. Dos de ellos estuvieron en la Colección Real española hasta que en 1603 Felipe III se los regaló a su primo el emperador Rodolfo II. El propio rey los mandó copiar para guardar su memoria. La copia de la Fábula de Leda ha cobrado con el tiempo un valor especial, al documentar la posición de la cabeza de la princesa etolia en el original de Correggio, antes de la agresión que sufrió en el siglo XVIII, motivada por su supuesta lascivia.

Cupido

Eugenio Cajés (?) (1574-1634), copia de Parmigianino (1503-1540)

1604-5. Óleo sobre lienzo

Al ciclo de los “Amores de Júpiter” de Correggio se le añadió tiempo después una quinta pintura debida a Parmigianino, con un Cupido de mirada seductora tallando su arco. Dicha obra perteneció a Antonio Pérez, secretario de Felipe II, y pasó tras su caída en desgracia a la Colección Real. Felipe III se la regaló junto con otras de la serie (también comentadas en esta sala) al emperador Rodolfo II, y mandó realizar esta copia para guardar memoria del original.

La Sagrada Familia del roble

Luis Eusebi (1773-1829), copia de Giulio Romano (h. 1499-1546) y Rafael (1483-1520)

1821. Aguada de pigmentos opacos

Las obras de Rafael y su escuela fueron las que dieron mayor fama al Museo del Prado en su andadura inicial. Prueba de ello es el interés por ellas de Luis Eusebi, primer conserje de la institución, así como autor de su primer catálogo y de esta copia.

El dibujo muestra una enorme fidelidad y precisión, con una ejecución minuciosa que se corresponde con el ideario neoclásico del artista. Comparado con el original, el colorido resulta algo menos vivo, lo que se debe tanto al estado de la pintura entonces como al deterioro de esta copia.

Agostino Beazzano y Andrea Navagero

Anónimo, copias de Rafael (1483-1520)

1530-50. Óleo sobre lienzo

Los lienzos, inicialmente unidos, copiarían el doble retrato pintado por Rafael en 1516 (Roma, Galleria Doria Pamphilj). Su autor, seguramente veneciano, calcó el original para hacer un duplicado exacto, imitando también su factura pictórica. La obra debió dividirse apenas llegada a España, pues en 1686 las efigies ya figuran separadas en la Galería del Mediodía del Alcázar de Madrid.

La Adoración de los pastores

Anónimo, falso greco

1900-30. Óleo sobre lienzo

La renovada admiración por el Greco a finales del siglo XIX incrementó la demanda de sus pinturas y alentando la producción de falsificaciones y que copias antiguas de mala calidad se hicieran pasar por obras autógrafas. La costumbre del cretense de hacer variaciones en sus réplicas incitó a introducir en los sucedáneos fraudulentos diferencias respecto a los originales. Sería el caso de esta obra, cuya radiografía reveló además una figura de época posterior a la del Greco

Diana y Acteón y Diana y Calisto

Juan Bautista Martínez del Mazo (h. 1611-1667), copias de Tiziano (1485/90-1576)

H. 1650. Óleo sobre lienzo.

Martínez del Mazo, hábil en copiar a los grandes maestros y en imitar el estilo de Tiziano, hizo versiones en pequeño formato de los originales de estas dos pinturas (hoy en Reino Unido) para monarcas y nobles. Los primeros solicitaban duplicados de sus obras más preciadas para decorar sus palacios y los segundos para emular los gustos de sus soberanos.

Perseo y Andrómeda

Anónimo flamenco, copia de Tiziano (1485/90-1576)

1580-1600. Óleo sobre lienzo

La fascinación por Tiziano hizo que la copia de esta obra que muestra a Andrómeda siendo liberada de un monstruo marino por el héroe griego Perseo, una de las llamadas “poesías”, fuera solicitada repetidas veces en los siglos XVI y XVII por la nobleza española y algunas cortes extranjeras. Este duplicado a tamaño real, de factura ligera y minuciosamente ajustado a la escena, podría ser el encargado por Felipe II para sustituir al original (hoy en Londres), que había regalado a su secretario Antonio Pérez.

Venus vendando los ojos a Cupido

Anónimo flamenco, copia de Tiziano (1485/90-1576)

Siglo XVII. Óleo sobre lienzo

Esta es sin duda una de las mejores copias antiguas que se conservan de un original de Tiziano (Roma, Galleria Borghese). De pincelada segura y suelta, está hecha atendiendo al conjunto y no a las partes, por un artista que, además de reproducir a escala real y con exactitud la composición, no esconde su propio estilo y sabe imprimir en ella su sello personal.

El Amor Sacro y el Amor Profano

Manuel Ramírez Ibañez (1856-1925), copia de Tiziano (1485/90-1576)

H. 1881-82. Óleo sobre lienzo

La copia de obras maestras desconocidas en España era parte de la formación de los artistas pensionados en Roma en el siglo XIX. Los alumnos debían reproducir las escenas a escala real y captar en lo posible su técnica pictórica. En este lienzo, de factura rápida y segura, se transcribieron la pincelada y el color ambarino que tenía en aquella época el original de la Galleria Borghese por falta de restauración.


Notas:


[*] Texto tomado de la Nota de Prensa del Museo del Prado.

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