El abate mesinés Filippo Juvarra falleció en Madrid un 31 de enero de 1736, uno de los mejores exponentes del estilo barroco clasicista en la arquitectura, discípulo de Carlo Fontana, venía a realizar el sueño del primer monarca de la dinastía Borbón en España: construir un Palcio Real que se adecuara a su gusto.
Tras el incendio de la Nochebuena de 1734, Felipe V no piensa ni por un momento en reconstruir el viejo y destartalado Alcázar de los Austrias. Criado y educado en la magnificencia de Versalles no supo o no quiso entender la grandeza del vetusto edificio de los Habsburgo, nunca llegó a habitarlo de verdad. Desde su llegada en 1701, no hizo sino intentar, sin mucho éxito, que Teodoro Ardemans el Maestro Mayor de las Obras Reales lo remozase y pusiera a la moda francesa.
Desde el principio sintió más apego por el palacio del Buen Retiro, le recordaba mucho más a su añorado Versalles y allí es donde trató de hacer su primer gran palacio (ver post dedicado a él en InvestigArt aquí). La circunstancia no era propicia para un gasto oneroso de semejante calibre, la inevitable Guerra de Sucesión, hacía inviable este proyecto. Tuvo que comformarse con una simple modernización del lenguaje decorativo de este palacio y del Alcázar madrileño.

El desastroso incendio vino a proporcionarle la oportunidad de iniciar una empresa importante y generó la maledicencia de acusar al propio monarca de ser el inductor del desastre. Una vez que las llamas acabaron con el edificio, Felipe V se apresuró en buscar un arquitecto que diera forma a un palacio que se ajustara a la imagen que el monarca tenía de las residencias regias. No es baladí el asunto, ya que el edificio no sólo es la residencia del monarca, sino que además es el símbolo de la monarquía.

La idea de Felipe V estaba clara, no pensaba ni por asomo en la reconstrucción del edificio perdido sino que concibe construir uno nuevo para lo que se llama a Filippo Juvarra, posiblemente el mejor arquitecto italiano del momento. Filippo Juvarra representaba a la perfección el lenguaje barroco-clasicista romano, formado en el ámbito de su academia, había adquirido un lenguaje con resonancias de los grandes nombres del barroco seiscentista romano: Gian Lorenzo Bernini y Francesco Borromini. Además estaba trabajando para la dinastía de los Saboya en el Piamonte donde estaba dando increíbles muestras de su inventiva: la fachada del Palazzo Madama de Turín con su soberbia escalera, la basílica de La Superga y los palacios de Stupinigi y la Venaria Reale son claras muestras de su estilo.
Su proyecto para Madrid es conocido desde muy antiguo, pues se realizó una maqueta en madera, por parte de José Pérez y que fue acabada en 1739[1]. Exponiéndose en el Buen Retiro, también se conoce el proyecto por los planos que José Pérez saca a partir de la maqueta en 1741 [2] y por los que se realizan en tiempos de Carlos III, y que Durán atribuyó a Marcelo Fontón[3]. Ponz conoce la maqueta en una “casilla” pegada a la pared de la Armería[4] en 1789 y describe el proyecto como “estilo grandioso general, pero algo pesado y no tan igual y correcto como desearían los que tienen formadas ideas sencillas y puras de la elegancia en el arte”[5]. Juvarra en contra del deseo real, no lo proyecta para el solar del Alcázar, sino para los Altos de San Bernardino, a las afueras de Madrid, por ser un terreno más llano, que en opinión de Cean hubiese permitido extenderse la ciudad hacia esa parte, ganando así en “salubridad, conveniencia y hermosura”[6]. La maqueta también la conocen historiadores importantes como Mesonero Romanos[7], Fernández de los Ríos[8] y Otto Schubert[9], en el museo de Artillería, posteriormente desaparece. Todos ellos señalan las grandes dimensiones del Palacio, con 1.700 pies (400 m. Aprox.) de fachada, 34 entradas, 23 patios, el principal de 700 pies de largo por 400 de ancho; ya que estaba destinado a albergar no sólo la residencia real, sino también locales para los consejos, secretarías de Estado, biblioteca, iglesia, teatro, etc. El proyecto tenía unas 2000 columnas, otras tantas estatuas, y estaría rodeado de vastísimos jardines. Schubert es el primero en hacer incapié en la característica francesa que tiene el proyecto de Juvarra por su predominio de la horizontalidad[10].
Miguel Durán, piensa que su estilo es muy apropiado al gusto de los reyes: predominio de masa horizontales al modo de Versalles, debía gustar a Felipe V, y el sabor italiano de los detalles ornamentales, debía halagar a Isabel de Farnesio[11]. Y Lorente Junquera es de los primeros en señalar el proyecto del Louvre de Bernini como antecedente inmediato del proyecto juvarriano[12]. Kubler considera el proyecto de Juvarra más ambicioso que Versalles, pues por cada fachada de Mansard, corresponde un patio total en Juvarra, volviendo a reiterar la utilización de elementos del diseño para el Louvre de Bernini de 1665, como son la disposición de fachada y el uso de patios secundarios para dar luz y aire al macizo bloque[13]. Esta fuerte influencia versallesca puede ser debida a la voluntad de Felipe V, según Bottineau[14], aunque admite que no debe exagerarse el parecido de planta con Versalles, pues en Juvarra los patios son cerrados.
Para José Luis Sancho el proyecto está concebido como “ciudad real”, y pretende superar el modelo de Versalles[15]. Se ha señalado también la herencia berniniana de Juvarra, trasmitida por su maestro Calo Fontana, discípulo de aquel; y la formación en la problemática escenográfica[16], que es importante en sus obras, intentando insertar el edificio en el paisaje[17].
Se ha señalado también que el proceso de proyección de Juvarra es casi siempre el mismo: citas tipológicas y soluciones espaciales que le llevan a diferenciar radicalmente la función compositiva del exterior y del interior del edificio[18]. Así se pueden rastrear perfectamente los posibles ejemplos que toma Juvarra para su concepción del proyecto madrileño.

Juvarra no sigue los esquemas típicos de palacio: el de planta en “U” francés o el bloque único con patio (modelo italiano), sino que al tener que albergar tantas funciones, plantea una separación de las mismas mediante el uso de los patios y el eje central dinámico, primando la comunicación a la magnificencia[19]. Crea así un eje señalado por la fachada principal, patio con las dos cúpulas al fondo (iglesia y biblioteca), otro patio y fachada a los jardines, en una concatenación de patio crujía que aparenta una obra cerrada y a la par extendida[20]. En los esbozos que se conservan de propia mano de Juvarra, tenía previsto antepatios a la manera francesa[21]. Coloca las partes principales en los laterales del patio principal: escalera, capilla, teatro, pero se complementan mutuamente[22].
Aunque ya se han señalado que los modelos fundamentales son Versalles y el proyecto del Louvre de Bernini, se pueden rastrear otros ecos, en la arquitectura europea, francesa e inglesa principalmente. Así la galería en cuarto de círculo del patio, recuerda el ala Gastón de Orleans del Castillo de Blois por Mansard y Howard Castle de Vanbrugh[23]. La planta general con cuatro grandes patios, el central con pabellones o galerías curvas, también recuerda a Bleheim, obra también de Vambrugh[24], y en el patio principal se ha señalado la similitud en la concepción global de volúmenes con el Hospital de Greenwich de C. Wren[25] que repite la perspectiva de gran patio con dos cúpulas gemelas al fondo, que también se ha querido ver como reflejo simbólico de las iglesias gemelas de la Piazza del Popolo en Roma[26].
La situación lateral de la escalera y su concepción de gran magnificencia se ha querido relacionar con el proyecto “palazzo per Accademia di Belle Arti” de P. Villeneuve de 1708, y con el monasterio agustino de Klostenemburg en Viena de 1730, y también el precedente en la obra del propio Juvarra del Palacio Real de Mesina[27].
En la fachada a los jardines también se ha visto un reflejo directo de la fachada del Palazzo Madama de Juvarra en Turín[28], y en la fachada principal el uso del ático se ha relacionado con Blenheim de Vanbrugh[29].
El empeño de Felipe V, parece ser la causa de que a la muerte de Juvarra, no se realizase su proyecto, pues el rey quería hacerlo sobre el solar del Alcázar. Algunos autores han señalado a Isabel de Farnesio como la responsable del abandono del proyecto, al ser de influencia más francesa que italiana, por su despliegue horizontal[30]. También se ha esgrimido el alto coste que ocasionaría la construcción de este palacio. Pero si consideramos el gasto que fue el Palacio de Sacchetti, al tener que levantar los poderosos murallones sobre el Campo del Moro para sostener la fábrica, que en palabras de Ponz resultaron “obras costosísimas que si se hubiesen aprovechado en dar extensión al edificio, hubiera sido con el mismo gasto casi doble”[31]

En Madrid, Filippo Juvarra no encontró las condiciones idóneas para desarrollar su trabajo, pese a las promesas del monarca, no se le había pagado la cantidad estipulada para el viaje ni para sus gastos, que habían corrido en parte del propio bolsillo del arquitecto. Al llegar no tenía acomodo en la Corte, ni se le dispuso un carruaje para visitar las posibles obras que estaban bajo su dirección. No quiso aceptar los medios que los nobles madrileños le intentaron proporcionar para paliar estas carencias y seguramente este hecho adelantó su muerte. Cuando ocurrió un 31 de enero de 1736, apenas había dejado los diseños de su magnífico palacio y una fachada la crujía norte del Palacio de la Granja de San Ildefonso, justo la que mira a la cascada de los jardines.
Para realizar estos proyectos, que apenas había dejado esbozados, los monarcas harán venir a Madrid a su discípulo turinés Giovanni Battista Sacchetti, autor a la postre del actual Palacio Real Nuevo de Madrid (ver post dedicado a este palacio en InvestigArt aquí).
Se podría decir que murió tras enfermar en un frío y duro invierno madrileño, víctima de la desidia institucional de los monarcas que no le prestó medios, Se quejaba Juvarra de que el rey Felipe V no le proporcionaba carruaje para visitar las obras a las iba andando por las calles embarradas, como bien señalaba Beatriz Blasco en el catálogo de la exposición sobre Filippo Juvarra (Madrid, 1994) el mesinés vino a hacer bueno el dicho que reza: de Madrid al Cielo…
[1] PLAZA SANTIAGO, J.F. De la, Investigaciones sobre el Palacio Real Nuevo de Madrid, Valladolid, 1975, pág. 36.
[2] TOVAR MARTÍN, V., “Catálogo” Propuestas para un Madrid soñado: de Teixeira a Castro, Madrid, 1992, pág. 207.
[3] DURÁN SALGADO, M., Catálogo de la Exposición de Proyectos no realizados relativo al Palacio de Oriente y sus jardines, Madrid, 1935
[4] PONZ, A., Viaje de España, Aguilar, Madrid, 1988, pág. 270.
[5] PONZ, A., Ob cit., pág. 225.
[6] LLAGUNO Y ARMIOLA, E. Y CEAN BERMUDEZ, A., Noticias de los Arquitectos y Arquitectura en España desde su restauración, Madrid, 1829, pág. 224.
[7] MESONERO ROMANOS, R., Manual de Madrid, Madrid, 1831.
[8] FERNÁNDEZ DE LOS RÍOS, A., Guía de Madrid, Madrid, 1876.
[9] SCHUBERT, O., Historia del Barroco en España, Madrid, 1924.
[10] SCHUBERT, O., Ob. Cit., pág. 344.
[11] DURÁN SALGADO, M., “La Construcción del Palacio Real” Arquitectura, Año IX, Nº 96, Madrid, 1927, pág. 125. Y DURÁN , “Proyectos no realizados para el Palacio de Oriente” Madrid no Construido, C.O.A.M., Madrid, 1986, pág. 47, éste último es un extracto del Catálogo de la Exposición de Proyectos no realizados relativos al Palacio de Oriente y sus jardines, Madrid, 1935.
[12] LORENTE JUNQUERA, M., “El Palacio Real de Madrid en el Barroco de Bernini” Arte Español, Nº XIV, Madrid, 1943, pág. 23.
[13] KUBLER, G., Arquitectura de los siglos XVII y XVIII (Ars Hispaniae), Plus Ultra, Madrid, 1957, Pág. 206.
[14] BOTTINEAU, Y., El arte cortesano en la España de Felipe V (1700-1746), Madrid, 1986, pág. 553.
[15] SANCHO, J.L., “El Palacio Real de Madrid. Alternativas y críticas a un proyecto” Reales Sitios, Nº extraordinario, Madrid, 1989, pág. 169.
[16] VALDIVIELSO GONZALEZ, E., “Arquitectura Barroca: siglo XVIII” Historia de la arquitectura española (tomo IV), Planeta, Zaragoza, 1986, pág. 1505.
[17] BOTTINEAU, Y., Ob. Cit. 1986, pág. 551.
[18] RODRIGUEZ RUIZ, D., Barroco e Ilustración en Europa, Historia 16, Madrid, 1989, pág. 25.
[19] GÄRMS, J., “El proyecto de Juvarra para el Palacio Real de Madrid” Filippo Juvarra, Electra, Madrid, 1994, pág. 243.
[20] TOVAR MARTÍN, V., ob. Cit. 1992, pág. 210.
[21] GÄRMS, J., ob. Cit., pág. 242.
[22] GÄRMS, J., ob. Cit., pág. 244.
[23] PLAZA, ob. Cit., pág. 36.
[24] PLAZA, ob. Cit., pág. 38., y TOVAR MARTÍN, ob. Cit., pág.210.
[25] PLAZA, ob. Cit., pág. 38.
[26] GÄRMS, ob. Cit., pág. 246-247.
[27] GÄRMS, ob. Cit., pág. 244.
[28] GÄRMS, ob. Cit., pág 247.
[29] PLAZA, ob. Cit., pág. 38.
[30] SCHUBERT, O., ob. Cit., pág. 344.
[31] PONZ, A., ob. Cit., pág. 227.
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