A CONTRA CORRIENTE: ARTE Y DECADENCIA

Las disciplinas relacionadas con los estudios humanistas suelen construirse sobre la base de una evolución que se corresponde a las diferentes concepciones del arte y de la cultura, de tal manera que el acercamiento al hecho artístico va evolucionando con diferentes métodos que responden a los cambios de los hábitos mentales y las creencias de los propios historiadores, que no pueden enajenarse de su propia subjetividad. Estos cambios es lo que llamamos corrientes historiográficas.

vite
Giorgio Vasari. Portada del a segunda edición de sus «Vite» conocida como edición medicea. 1567.

Hay un relato tradicional que nos cuenta que la Historia del Arte, como disciplina, surgiría en el siglo XVI con la labor de Giorgio Vasari y su Le vite de’ più eccellenti pittori, scultori, e architettori italiani, da Cimabue insino a’ tempi nostri publicada en Florencia en 1550. Pero realmente hasta el siglo XIX, la Historia del Arte en realidad es una suerte de biografías en línea de los artistas más reputados. Este concepto es fundamentalmente lineal y basado en la idea de progreso cultural, es decir la nueva generación ha de mejorar lo que había hecho la precedente. Pensemos en ese sentido en la suerte de línea que partía de il primi lumi, los artistas del duocento italiano: Cimabue y Duccio y Giotto del trecento; que venían a sacar a la pintura de la sombra de la Edad Media, preludiando el Renacimiento, y que seguían ininterrumpida hasta la figura de Rafael de Urbino y Miguel Ángel que representaban el clasicismo y por ello la perfección.

Pero la corriente que ha generado unas raíces más profundas en la cultura colectiva es el Idealismo, que surge al calor de la Ilustración y su necesidad de catalogar el mundo para poder conocerlo (como bien hizo Linneo con su catalogación de todas las especies vegetales y animales con el código binomial).

Posible copia romana de un original griego atribuído a Leochares(?). Apolo Belvedere. Museos Vaticanos. Representa el ideal de belleza para Winckelmann.

En este sentido la Historia del Arte se contagia de un concepto orgánico: los movimientos artísticos tienen un origen, desarrollo, transformación y finalmente decadencia. Será el pensador Johann Winckelmann su máximo exponente en obras como Historia del Arte de la Antigüedad de 1764. Es decir, los estilos artísticos van sucediéndose unos a otros con esa premisa de origen, configuración, clasicismo y decadencia. Y es éste último punto el que a mí más me interesa, el concepto de decadencia.

Según el diccionario de la R.A.E. decadencia es la acción de decaer: ir a menos, perder alguna parte de las condiciones o propiedades que constituían su fuerza, bondad, importancia o valor, es decir es un concepto esencialmente negativo. Pero a finales del siglo XIX y principios del XX hay un grupo de intelectuales, literatos y artistas que fijan su atención y redescubren esos momentos y esos nombres que antes entraban dentro de la etiqueta de decadencia. No hay que perder de vista que la decadencia de un movimiento lleva implícita el germen del siguiente, porque la Historia del Arte es un continuo. Ese fijarse expresamente en los momentos anticlásicos, entendiendo éstos como el momento de máxima <<perfección>> o pureza de un estilo artístico, es en sí mismo un ataque de rebeldía hacia los convencionalismos del momento, fundamentalmente los supuestos academicistas. Como todo movimiento cultural, tiene un libro de cabecera: À rebours (1884) de J. K. Huysmans, del que deriva la imagen del Dandi, la importancia de la decoración como escenario y la idea del coleccionista y conocedor como propio artista.

En cuanto al Arte, el decadentismo puede relacionarse con el Simbolismo y con el arte francés de vanguardia de la década de los 80, con grupos como Les Nabis o con los prerrafaelitas británicos. En todos ellos se busca una esencia más naïf del arte, o la apariencia de ingenuidad, cuando en realidad estamos ante una sofisticada composición, se van a reivindicar artistas de difícil acomodo en el planteamiento académico de la Historia del Arte, los llamados Primvitivos: artistas del quattrocento italiano (Botticelli), de los siglos XV y XVI centroeuropeos (Van Eyck, van der Weyden, El Bosco o Grünewald)  o los artistas del manierismo. De los contemporáneos se pueden relacionar con nombres como Gustave Moreau, Vuillard o el más interesante de los pintores finiseculares franceses y que merece una revisión importante de su aportación a las vanguardias históricas: Pierre Puvis de Chavannes. Para ver parte de estos artistas en el contexto más amplio del arte de los siglos XIX y XX os recomiendo encarecidamente la exposición: Impresionistas y modernos. Obras maestras de la Phillips Collection que se celebra hasta el 23 de octubre en Caixaforum de Madrid.

Está claro que la visión que los artistas de finales del XIX y principios del XX tenían de los artistas primitivos es fruto de la historiografía del momento, esa imagen ha ido evolucionando, como lo ha hecho nuestra mentalidad y nuestro conocimiento. Porque no hemos de olvidar que la Historia del Arte los conocimientos de humanidades en general nos ayudan a explicar el pasado para comprender el presente, labor titánica en estos tiempos tan aciagos para los humanistas.

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